Solemos distinguir metafóricamente dos formas de pensamiento contrapuestas: el pensar con la cabeza y el pensar con el corazón.
La razón de esta afirmación es que, al tomar decisiones bajo un fuerte estado emocional, una de las zonas del cuerpo que más percibimos es el pecho, el corazón.
Tradicionalmente se ha dicho que las mujeres utilizan el corazón en tanto que los hombres tienden más a usar la cabeza.
Esto no quiere decir que la mujer no sea capaz de mostrarse racional y lógica y el hombre sensitivo, pero lo cierto es que la mayoría de ellas, básicamente por la forma en que han sido educadas, tienen un contacto mayor con las propias emociones, con sus sentimientos, que el hombre.
Tabla de Contenidos
Pensando con la cabeza
Cuando pensamos con la cabeza obramos partiendo del análisis racional de una circunstancia; evaluamos los beneficios y perjuicios que podría acarrear una acción determinada y luego decidimos si nos conviene o no llevarla a cabo.
Pensando con el corazón
Cuando pensamos con el corazón, por el contrario, son los sentimientos los que nos advierten de que una cosa puede ser buena o mala, grata o ingrata y obramos de acuerdo con ellos sin atender demasiado a ningún tipo de análisis previo o, incluso, en contra de lo que la razón nos dicta.
CABEZA O EL CORAZÓN CUAL NOS CONVIENE MÁS
El pensar con el corazón y no con la cabeza, puede llevarnos a cometer errores, pero el utilizar el cerebro pensante solamente, no basta para garantizar el éxito.
Ante las situaciones críticas, siempre que se hace necesaria una respuesta rápida y urgente, la emoción toma el mando y decide actos que llevamos a cabo impulsiva e irreflexivamente.
A veces esto es beneficioso: si vemos a alguien en peligro de ser atropellado por un coche, le damos sin pensar un empujón para sacarlo de la trayectoria del vehículo; pero en otras, sobre todo si la percepción del peligro es exagerada, los resultados pueden ser lamentables.
El secreto está en combinar ambas formas de pensamiento y hacer que trabajen juntas y el primer paso para lograrlo es adquirir un buen nivel de inteligencia emocional.
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